Nacionalsocialismo


miércoles, 31 de marzo de 2010

El trato a los ancianos en el III Reich. Gustav Hägermann

Cuando el Nacionalsocialismo llegó al Poder en Alemania en el año 1933, se encontró con dos problemas capitales de mucha gravedad, que afectaban directamente a las posibilidades vitales del pueblo. El primero era el de la estructura de la población con relación a la edad de los individuos que la componían; el segundo era el de una ruina económica sin precedentes, cuyas manifestaciones más visibles eran la desvalorización del capital ahorrado y un ejército inmenso de parados. La ruina económica fue, sin duda alguna, la consecuencia del Dictado de Versalles y de los pagos al enemigo por reparaciones, calculados a base de cifras astronómicas. La estructura de edades del pueblo alemán empezó a llamar la atención de los políticos demográficos ya antes de la Guerra Mundial, perro también ella experimentó en medida inesperada la perniciosa influencia de la pérdida de sangre causada por la guerra y de la desesperación de la postguerra. En el año 1910 la cifra de ciudadanos de 65 años para arriba importaba el 4,39 % de la población total, mientras que en el año 1934 esta cifra se había elevado a 7,3 % y seguirá aumentando aún en los próximos decenios, a pesar de toda la política demográfica del Nacionalsocialismo, debido al reducido número de nacimientos durante los años de la guerra y postguerra.

Ambos hechos, la estructura de edades y la miseria económica que tiene que repercutir siempre mucho mas hondamente sobre los ancianos y los débiles, incapaces ya de trabajar, motivaron que el problema del seguro de vejez adquiriera cada día mayor importancia en la Alemania de postguerra. La necesidad de un arreglo general se hacía más urgente cada año.
Muchas generaciones habían proyectado ya posibilidades para la solución del problema, pues el anhelo de una vejez asegurada está arraigado profundamente en el alma de todo el pueblo. Ya en la Edad Media se hicieron los primeros tanteos para su realización, tanteos que fueron a la vez las primeras formas de la previsión social. Las asociaciones religiosas fundaron hospitales para ancianos y casas de inválidos, y los gremios crearon instituciones análogas para sus artesanos ancianos; los reyes prusianos construyeron casas de inválidos para sus veteranos, y las ciudades, hospitales para sus ciudadanos inválidos. El que recorre hoy Alemania, encuentra estos primeros testigos de labor social todavía en las ciudades hanseáticas, orgullosas de su comunidad ciudadana, como en Luebeck el célebre edificio medieval del Hospital del Espíritu Santo, por cuyo gótico portal ha pasado cual perennal torrente la interminable legión de los ciudadanos viejos e inválidos durante muchos siglos, hasta el día de hoy.

Mas todos éstos eran solo recursos nacidos de la necesidad perentoria y de la conciencia humana en sus múltiples manifestaciones. El anhelo de millones quedó también sin cumplir cuando el segundo Imperio, por sentimientos puramente alemanes, creó su ejemplar seguro social para obreros y mas adelante igualmente para empleados. Hasta que un día, después de la Guerra Mundial, en los tiempos de mayor miseria y desesperación, se inscribió modestamente, sin que se advirtiera apenas al principio, en el programa de un partido, la frase: Queremos un desarrollo importante para la previsión social para la vejez en provecho de todo el pueblo. Esta frase estaba destinada a hacer historia, pues llegó a ser el punto 15 del programa del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista y ha llegado a ser, hace ya tiempo, programa del Estado. Las medidas tomadas entretanto para su realización, han hecho de la nueva Alemania el primer país del mundo que no se ha conformado con la parte teórica, sino que ha llevado a la práctica resueltamente la previsión social para la vejez.

APARICIÓN DE UNA NUEVA IDEOLOGIA

En la hora del nacimiento del nuevo Reich, no pudo llegarse todavía a una solución total, pero sí se impuso la voluntad de buscarla con todas las fuerzas. La necesidad clamaba al cielo y exigía una ayuda pronta para los mas necesitados. De este imperativo y esta voluntad nació el primer impulso del nuevo socialismo alemán, considerado por el mundo como un milagro.

La conciencia social del Partido, apoyada por todo el pueblo regenerado moralmente en la voluntad de imponerse, se levantó y tomó forma palpable en la Previsión Nacionalsocialista. Como salido de la tierra hizo su aparición todo un ejército de auxiliares de ambos sexos -solo en Berlín 60.000, en el Reich muchos centenares de millares- que con mano firme empezaron a hacer frente a las primeras necesidades del invierno próximo y sin largas preparaciones legislativas llevó a la realización la primera Obra de Auxilio de Invierno, que entretanto ha llegado a ser un concepto firme del socialismo alemán. En este primer invierno de 1933/34 pudieron ser socorridos ya por donativos voluntarios de todo el pueblo 16,5 millones de necesitados, parados, pequeños rentistas y personas ancianas y débiles. Se ha calculado que toda la flota alemana habría bastado precisamente para cargar la cantidad de artículos que se distribuyeron en forma de alimentos y combustibles.

Todo el que prestaba atención a lo que sucedía en la nueva Alemania, advertía con simpatía o antipatía el hálito de una nueva ideología. Los alemanes ancianos y débiles fueron socorridos todos por el primer Auxilio de Invierno, porque la Previsión Nacionalsocialista había registrado ya en sus listas los nombres de todos los necesitados, y los que trabajaron entonces recuerdan que los ancianos y los débiles fueron los primeros y más socorridos. En los años siguientes aumentaron cada vez mas las dádivas y con ellas los resultados. Una serie numérica casi fantástica acude a la memoria: primero 350 millones de marcos, tres años después ya 408 millones, en el primer invierno del Gran Reich Alemán 533 millones, que fueron distribuidos entre 7,9 millones de necesitados, pues los otros habían conseguido consolidar entretanto su existencia. Los alimentos distribuidos tuvieron un valor de 107 millones de marcos, los combustibles 35 millones y la ropa 77 millones.

Se preguntará que quienes fueron los beneficiarios de estos donativos. La estadística del Auxilio de Invierno informa detalladamente sobre la distribución de los donativos por grupos de edades, comprobándose que no menos del 17,9 % de los asistidos tenían 65 y más años de edad. La participación de estos ancianos a la asistencia fue exactamente igual a la de los niños de 6 a 14 años y mucho mayor que la de los niños de menos de 6 años, que fue solo de 13,4 % de todos los asistidos.
Estas cifras hablan un lenguaje elocuente. No solamente refutan la opinión, muy difundida en el Extranjero, de que el Nacionalsocialismo solo hace algo por la gente joven, sino que, además, tienen una fuerza demostrativa positiva muy evidente. Demuestran que la preocupación por los niños y las madres, que por ley natural constituye el punto capital del pensar, sentir y obrar de un pueblo sano y con fe en el porvenir, solamente será fecunda asegurando también la vejez a esta juventud a su paso a la gran legión de inválidos y veteranos. La comunidad social alemana solo será entendida como es debido mirándola desde el punto de vista de la eterna serie de antepasados, que no tiene principio ni fin.

LA PREVISION NACIONALSOCIALISTA A LA CABEZA

Al fin y al cabo, el valor de una obra social no se puede medir por la buena organización ni por el gran número, sino por su contenido humano, por el valor de las personas que intervienen en ella como sujetos y objetos.
Este valor se manifiesta, como el de todo soldado, solamente en el frente. El frente de la labor social en la Alemania nacionalsocialista lo forma el Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista. Pongamos por ejemplo el Noreste de Berlín, uno de los distritos más poblados del Reich. En él viven 20.000 personas, generalmente familias obreras, entre ellas comerciantes, ancianos jubilados, muchas personas que necesitan constantemente consejo y socorro. El Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista se encarga en el verano de la obra de auxilios Madre e hijo y en el invierno del Auxilio de Invierno. En el verano de guerra de 1940 ha asistido también a los ancianos socorridos de ordinario por el Auxilio de Invierno.
Los encargados del servicio, que tienen a su cargo algunas manzanas de casas, lo atienden todos los días, laborables y festivos, con inclusión de los domingos, después de cumplir con sus ocupaciones profesionales; no piden por ello remuneración alguna, su misión es honorífica y voluntaria. Estos funcionarios del Partido son los únicos que conocen a los vecinos de sus manzanas y los que pueden decidir quién está necesitado y quién es digno de auxilio, ya que en la Beneficencia libre de todos los países es la dignidad la condición para el auxilio social. Hacen sus indagaciones y mandan la solicitud para que sea ayudada la señora de Pérez o de González. La una no puede ya trabajar y su pequeña renta social no le basta. La otra necesita con urgencia algo de ropa. La de mas allá quiere carbón. Después que las solicitudes han llegado a la casa del Grupo Local y se han cumplido las formalidades, empieza la entrega de los donativos. Los beneficiarios son informados y pueden recibir lo que les corresponde. Si una mujer no puede andar, va a su casa el encargado de la manzana. También él le lleva el carbón. O va en su lugar una de las muchas asistentas de la Liga Nacionalsocialista de Mujeres, que se han puesto también voluntariamente a disposición. Durante la guerra se entregan bonos, que son aceptados por todas las tiendas, en lugar del suministro directo de provisiones de boca y ropa.

Una misión especial es la Distribución Nacionalsocialista de Comida. En casi toda gran ciudad de Alemania, la cocina central de la demarcación suministra a los Grupos Locales diariamente comidas calientes que se distribuyen entre los rentistas viejos y necesitados. Los unos toman la comida en el comedor mismo del grupo; los otros prefieren comerla en casa. Las encargadas trabajan sin descanso, distribuyen la comida, lavan la vajilla y cuidan de la limpieza. Durante este trabajo se ofrecen muchas ocasiones de prestar algunos favores a los ancianos en parte desvalidos. El uno quisiera mas sal, al otro le gusta una cosa mas dulce, y las mujeres de la Previsión cumplen gustosas estos pequeños deseos particulares de cada cual. Un anciano siente mucho frío en las manos en el invierno y quisiera unos guantes de lana. También este deseo puede ser cumplido. Las mujeres encargadas del auxilio hacen los guantes de punto voluntariamente, honoríficamente y como la cosa más natural del mundo.

De muchas piedras de mosaico se compone la labor de un Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista. Los núcleos políticos, la Liga Nacionalsocialista de Mujeres y el Frente Alemán del Trabajo, colaboran con todo espíritu de compañerismo a la misma obra. Ahí está el Auxilio del Vecindario, una fecunda idea de las mujeres, que interviene siempre que se necesita el auxilio inmediato de la mujer. La Liga Nacionalsocialista de Mujeres puede poner a disposición de esta organización 2 millones de mujeres, pues tantas se han presentado voluntariamente.

Algunos ejemplos de la práctica: En la demarcación de un grupo local enferma una anciana. El encargado de la manzana da parte de ello y la Previsión Nacionalsocialista pide una ayuda doméstica; ésta mantiene en orden la casa de la anciana, va a la compra y hace la comida, hasta que la enferma se puede valer de nuevo de sí misma. Todo esto se hace sin gastos y sin gran aparato, de la manera más sencilla y natural. Una anciana de casi 90 años, que ya no se puede valer de sí misma, recibe una hermana puesta a disposición por la Cruz Roja.

Durante algún tiempo quedan las cosas así, hasta que la hermana de la Previsión Nacionalsocialista anuncia que la anciana tiene que ser trasladada a un asilo de ancianas. La Previsión Nacionalsocialista se pone en comunicación con el Ayuntamiento y dispone lo necesario para el traslado a uno de los muchos y buenos asilos de que se dispone. A los ancianos a quienes les es difícil andar y estar de pie, se les quita la molestia de la compra diaria.

Centenares de casos análogos se presentan todos los días.


AYUDA HUMANA PARA TODOS

En la guerra la Liga Nacionalsocialista de Mujeres ha constituido Colectividades de Vecindad, formadas por mujeres de la vecindad que vigilan dentro de su pequeño círculo para comprobar dónde hay necesidad de socorro.

En caso de urgencia movilizan la casa y cada mujer ayuda según sus fuerzas. Los objetos de esta ayuda son en primer término, naturalmente, personas ancianas y débiles. Todo esto sucede en el círculo de un solo Grupo Local. En el Distrito de los Sudetes, en el que se ha procedido con todo celo al desenvolvimiento de estas acciones voluntarias de socorro, no existe hoy persona alguna, joven o vieja, que no reciba auxilio inmediato en cuanto lo necesita. También en Renania está muy organizada hoy esta clase de Labor Social del Frente.

Un rico material de ilustración sobre la beneficencia meramente humanitaria de la Previsión Nacionalsocialista lo ofreció la reincorporación de los alemanes de los Países Bálticos y de Wolinia. Entre ellos había, naturalmente, numerosos enfermos, débiles y ancianos; especialmente entre los alemanes de los Países Bálticos era relativamente elevado el tanto por ciento de ancianos, porque los hombres jóvenes y robustos hacía ya tiempo que habían vuelto a la patria alemana. Todos estos alemanes ancianos y achacosos reconocieron con gratitud que las mujeres alemanas de la Previsión Nacionalsocialista, que había puesto a disposición todo el aparato, les atendieron con verdadero espíritu de sacrificio, hasta restablecerles las fuerzas, alojándolos luego en Alemania en asilos de ancianos en condiciones tan buenas que pronto pudieron proseguir su vida acostumbrada en la recobrada patria.

En Bélgica sucedió lo mismo en el verano de guerra de 1940. Nuevamente intervino la Previsión Nacionalsocialista con sus grandes acciones de socorro, y de nuevo ayudaron las mujeres nacionalsocialistas a volver a sus lugares y a establecerse nuevamente en ellos a las desdichadas víctimas de la guerra, entre las que se encontraban principalmente mujeres y ancianos ya incapaces de empuñar las armas.
Esta obra de socorro a favor de belgas y franceses es seguramente un ejemplo muy digno de atención en medio de una grande y despiadada guerra.

SEGURO SOCIAL PARA 60 MILLONES DE ALEMANES

La previsión Nacionalsocialista con sus múltiples misiones es, sin duda alguna, la obra social voluntaria más grande que conoce la historia. Es la expresión mas pura del sentimiento de comunidad nacionalsocialista, tanto mas importante por el hecho de intervenir como auxilio adicional a otras instituciones sociales existentes.
Pero el verdadero objetivo va mucho mas lejos. No es la previsión social, sino el retiro de vejez en el sentido del Programa del Partido, que no es un concepto de la beneficencia, sino un derecho. Hacia este objetivo conducen varios caminos utilizados por los diferentes pueblos.

Hace ya 50 años, Alemania se decidió clara y conscientemente por el camino del seguro social, por ser éste el que más concuerda con el carácter alemán. El alemán no quiere que el Estado le quite la preocupación por la vejez, así como envía a una persona al asilo de pobres: su orgullo le induce a trabajar activamente, mientras, es capaz de ello, en asegurar su existencia en los tiempos de la invalidez o de la vejez, ahorrando una parte de su sueldo o jornal. La intervención del Estado se limita a garantizar este derecho y a obligar a todos a la colaboración, lo que, dadas las muchas debilidades humanas, no se puede alcanzar sin el seguro obligatorio.
Cuando el Nacionalsocialismo empezó su obra de reconstrucción, se encontraban como grandes columnas del seguro alemán sobre la vejez el seguro contra la invalidez de los obreros, el seguro de los empleados y el seguro de los mineros, que comprende todos los que trabajan en la minería, así como los seguros contra enfermedad y accidentes.

Algunas cifras bastarán para demostrar la importancia de estas instituciones sociales en Alemania. Según las últimas estadísticas publicadas, de los 68 millones de habitantes del antiguo Reich empequeñecido por el Tratado de Versalles, disfrutaban de los beneficios del seguro social no menos del 75 % o sea 51 millones de personas. En la Gran Alemania son hoy unos 60 millones los asegurados. 26 millones estaban asegurados sobre renta de vejez solamente en los tres grandes grupos citados; 5 millones recibían sus rentas.
Los ingresos de seguros de inválidos, empleados y mineros pasaron en el año 1938 por primera vez de los cinco mil millones y en el año 1939 llegaron a los seis mil millones. La nueva Alemania ha establecido leyes a favor de estos seguros sociales, como base de la previsión alemana de la vejez. En el año 1934 se estableció una ley sobre la estructura de los seguros sociales estrechando mas la relación entre las diferentes ramas de estas instituciones, para que se ayudaran a sostenerse mutuamente. En 1937 realizó el Reich un amplio saneamiento de los institutos, muy afectados por las repercusiones de la Guerra Mundial, y mediante una ley sobre los seguros de rentas estableció la garantía de la estabilidad del seguro de inválidos y empleados. Los importes aportados anualmente por el Reich como subvenciones, son muy considerables; en 1938 se elevaron a 580 millones de marcos.

Las instituciones, cuya situación fue muy precaria hasta 1933, pudieron registrar considerables reservas ya en el primer lustro de la labor nacionalsocialista. Para el que solo cree en números diremos que estas reservas fueron de 1.830 millones de marcos en el seguro de invalidez y 1.500 millones de marcos en el menos importante seguro de empleados.
Ante esta importancia del seguro alemán de la invalidez, no puede sorprender que el mismo haya servido de ejemplo al mundo. Inglaterra, Francia y Suiza, crearon ya antes de la guerra instituciones análogas; el ejemplo alemán tuvo influjo inmediato sobre Italia, Hungría, España, Bélgica, Holanda, Rumanía y también sobre la Rusia Soviética.
LA TRAGEDIA DEL PEQUEÑO RENTISTA

Una forma social nacida del desenvolvimiento de la postguerra, es la pensión del pequeño rentista, que ha llegado a ser un importante problema parcial del seguro alemán de la vejez y representa una reglamentación extraordinaria para aquellos ciudadanos a quienes la inflación privó del fruto del trabajo de su vida. Los objetos de esta previsión social son, en el verdadero sentido de la palabra, las víctimas del Dictado de Versalles de 1919, que originó muchos millares de tragedias humanas. Estas laboriosas personas, que un día fueron casi todas independientes como artesanos y pequeños comerciantes, han sido separados con intención de la Previsión Social General.

Continuamente encontramos en Alemania estas personas engañadas en la paz y la dicha de la vejez. Ahí bajo de toda la vida en su mantequería y quesería había conseguido ahorrar 100.000 marcos oro, a costa de una vida modesta, y quería empezar precisamente a disfrutar de ellos con su mujer, la fiel camarada en la dura lucha de la vida, cuando irrumpió sobre él la inflación como una tormenta. El uno tenía hipotecas, el otro, papeles del Estado. De repente perdieron todo su valor, y cuando las aguas de la inflación se retiraron por fin, había salvado 25.000 marcos escasos, de modo que ya no podía vivir de las rentas. Tuvo que comer el amargo pan de la beneficencia pública: había llegado a ser uno de los muchos pobres. El Reich se ha impuesto la obligación de dedicar una subvención extraordinaria a estos viejos, desde 1938 disfrutan de ella los rentistas, a los que proporciona un sensible aumento de los ingresos. Había entonces aún 176.000 pequeños rentistas de esta clase en el antiguo Reich.

NINGUNA CIUDAD SIN ASILOS DE ANCIANOS

Muchos suelen estar aún en sus antiguos pisos, demasiado grandes para sus necesidades y cuyo alquiler es una carga para ellos. Por eso se ha intensificado la construcción de asilos para rentistas ancianos, donde pueden vivir económicamente, en medio de sus propios muebles. Hoy no existe en Alemania casi ninguna ciudad en la que no se encuentre un asilo de esta clase. La ciudad de Cottbus, como muchas otras, ofrece un interesante ejemplo de la ayuda que representan estos asilos para los ancianos. En uno de sus nuevos asilos de ancianos viven 84 inquilinos. Los rentistas pagaban en sus antiguos pisos 27,30 marcos de alquiler por mes y término medio, en el asilo, en cambio, solo 12,60 marcos. Al mismo tiempo se benefició la ciudad de los 84 pisos con 245 habitaciones para gente joven que se quería casar y fundar una familia.

Una ojeada por Alemania muestra a todo observador que los asilos de ancianos desempeñan hoy un papel importante en la asistencia a la vejez. Se ven asilos para ancianos sanos y asilos especiales para ancianos achacosos en los que disfrutan éstos de la necesaria asistencia. La capital del Reich, que entre sus mas de cuatro millones de habitantes contaba en 1940 mas de 650.000 ancianos de mas de 65 años, emprendió en 1939 una gran acción para el desarrollo de sus asilos de ancianos. Por ahora construye cinco nuevos asilos en los que tendrán alojamiento 1.200 personas. Sorprende siempre comprobar las comodidades que ofrecen estos modernos asilos. En las afueras de la capital, que todavía están en contacto con la naturaleza, se han construido estos asilos según el sistema de pabellones, en los que los ancianos no tienen que vivir demasiado cerca los unos de los otros, no necesitan subir escaleras y tienen su pequeño jardín. En la ciudad ésto no es posible, desde luego, pero tampoco necesita aquí nadie subir escaleras, porque estos asilos tienen sus ascensores; además están provistos de salas de reunión y cuartos de baño. Huelga decir que no falta la radio. Asilos hermosísimos encontramos en la capital del Movimiento Nacionalsocialista, en la alegre Munich, en Stuttgart, con sus colinas y soberbios panoramas; en Cassel, Kiel y Magdeburgo. Hacia el Sur han encontrado a veces sus placenteros sitios dentro de los románticos viejos muros de antiguos conventos y palacios. Las asociaciones religiosas mantienen en el Reich unos 1.000 asilos de ancianos e inválidos de esta clase, de los que ningún visitante sale sin la profunda impresión que produce en él la asistencia espiritual y corporal de que disfrutan en ellos los ancianos.
Como se ve, ya la antigua Alemania trabajó de muchas maneras en la solución del problema y sobre estos cimientos ha empezado la Alemania Nacionalsocialista a llevar a la realización la gran misión que se ha impuesto.



SOLUCIÓN TOTAL PARA LOS ARTESANOS

En la gran Exposición Internacional del Artesano, celebrada en Berlin a principios del verano de 1938, se vieron sorprendidos los visitantes alemanes y extranjeros de todo el mundo por la primera notificación de una próxima previsión de la vejez para los artesanos alemanes. Fue ésta una idea que a los extranjeros les pareció primero una ilusión. En la Navidad del mismo año fue proclamada la ley como aguinaldo memorable a la clase artesana alemana. Esta ley ve el seguro como la base de la previsión para la vejez de todos los artesanos independientes, sin distinción de la edad ni de los ingresos. En principio la ley sujeta este seguro al de empleados, pero deja bastante a la voluntad de cada cual la naturaleza de la previsión para la vejez.

Interesa saber cómo se inicia en la nueva Alemania una gran cosa sin mucho burocratismo ni grandes deliberaciones oficiales. Durante muchísimos años vino luchando el artesano alemán para asegurar razonablemente su vejez; este problema se hizo cada vez mas perentorio especialmente después de la guerra, pues también los artesanos de edad avanzada habían perdido con la inflación los ahorros de una larga vida de trabajo. Pero nada se realizó.

Cuando el actual Maestro de los Artesanos del Reich, Schramm, tomó posesión de su cargo, encontró en su mesa de escritorio la carta de un antiguo compañero del oficio, que era un solo grito, que llegaba al corazón, reclamando un arreglo legal. Schramm no puso en movimiento la máquina legislativa, sino se dirigió al pueblo, fue a las cervecerías y en ellas se sentó con los artesanos que no conocían aún personalmente al hombre que acababa de llegar a Berlin, estudió sus almas, les preguntó su opinión imparcial, y de todos estos juicios se formó uno propio, hasta que pudo hacer el proyecto de una Previsión de la Vejez para el artesano alemán.

En ningún país existe una Previsión de la vejez mas importante que en Alemania, donde se encuentra la clase artesana mayor y mas desarrollada. La más marcada antitesis lo constituye Inglaterra, donde el gremio de artesanos ha desaparecido hace ya mucho tiempo, porque al término medio de los ingleses, después de la conquista de una gran parte del mundo, les pareció mucho mas cómoda la adquisición de los artículos manufacturados del Extranjero, que someterse ellos mismos al trabajo, no siempre mecido precisamente en oro. Por eso Inglaterra no tiene hoy que preocuparse por el seguro de vejez de sus artesanos. Pero sí Alemania, cuyo gremio de artesanos con sus familiares comprende no menos de 12 millones de personas, la sexta parte de la población de la Gran Alemania.

Como se ha señalado ya, una gran parte de estos miembros del gremio de artesanos se encuentra ya en edad avanzada. Estos artesanos ancianos son, por lo tanto, los que mas preocupan a la Previsión de la Vejez. Los que a la promulgación de la ley habían pasado ya de la edad de 60 años, no podían ser admitidos en el seguro social. ¿Que hacer con ellos? El Sindicato del Reich de los Artesanos alemanes resolvió este problema sin necesidad de acudir a la ayuda oficial, de una manera verdaderamente generosa. Los compañeros de oficio, cuya vida es más rica en espinas que en flores ciertamente, convinieron en el pago voluntario de una cuota a favor de los compañeros ancianos necesitados. Los resultados fueron verdaderamente notables, pues el primer año de la guerra se pudo empezar ya el pago de este socorro voluntario a la vejez de 6.000 a 7.000 artesanos ancianos necesitados que ya no podían trabajar. Igualmente el gremio de artesanos ha creado sin otros medios que los propios varios asilos muy buenos en los que son cuidados gratuitamente artesanos ancianos y necesitados.
Esta previsión de la vejez del gremio alemán de artesanos representa la primera solución total del problema para un gran gremio. Su importancia es trascendental, porque ha señalado y preparado el camino a otros miembros de la economía nacional.

PREVISIÓN SOCIAL PARA CÓMICOS Y MÚSICOS

Ya el 1 de marzo de 1938 entró en vigor en todo el Reich, por ley especial, la Previsión Social para la Vejez y los deudos de los actores y trabajadores de teatro y de los miembros de las orquestas culturales. Esta Previsión de la vejez, creada personalmente por el Ministro del Reich Dr. Goebbels, ha sido interpretada, con razón, como una manifestación de la voluntad del Reich nacionalsocialista de incluir en el círculo de su asistencia también al trabajador intelectual.

Ella prevé, al igual que el seguro del artesano, un seguro obligatorio, basado directamente en la idea de la colectividad social por el hecho de que todos los que desean disfrutar del arte tienen que pagar un sobreprecio de 5 céntimos de marco, como impuesto cultural, a la compra de un billete de teatro o de concierto. Con este ingreso queda asegurada la Previsión de la vejez. A la promulgación de esta ley, el Ministro del Reich Dr. Goebbels -quien ha destinado además importes considerables también para los pintores y escultores- con justificado orgullo pudo hacer la comprobación siguiente: Así el Estado nacionalsocialista ha realizado una obra cultural sin ejemplo, ni lejanamente, en ningún otro país del mundo. Las 14.000 a 15.000 personas que trabajan en los escenarios y en las orquestas de Alemania, han aplaudido este hecho como la liberación de una gran pesadilla, pues en ningún otro oficio arrojaba la miseria de la vejez sombras mas siniestras que precisamente en el del artista.

¿Que utilidad puede tener el seguro social en un gremio tan pequeño? -preguntarán los escépticos. Pues bien, los derechos de renta dan una contestación clara a esta pregunta. Un cómico modesto, por ejemplo, que gana 2.400 marcos al año, tiene derecho a los diez años de asegurado a una jubilación con el 45 % de su ingreso normal; a los 40 años esta cifra llega al 80 % del ingreso.

A esto se añaden las rentas de viudez y orfandad.
Entretanto, han sido creados también asilos para artistas de teatro. Con los medios de la Fundación Emmy-Göring ha sido construido en Weimar un asilo de ancianos para artistas alemanes de teatro. Inolvidable quedará para todos los participantes el día de la inauguración de la Casa de los Artistas por la Organización Gremial de los Artistas del Reich, en Oberwiesenthal, en la boscosa ladera del Fichtelgebirge. Se fundó, y esto es notable también, en un Grand Hotel muy visitado en su tiempo por los snobs del turismo internacional. En esta solemne ceremonia, allá en lo alto de los montes alemanes, un artista de nombre pudo decir, bajo los aplausos de sus compañeros de oficio, que la nueva Alemania es el primer país del mundo que da a sus artistas una vejez segura y que la Casa de los Artistas es un lugar en el que se puede terminar tranquilamente en la vejez una vida llena de emociones.

EL LABRADOR ANCIANO Y LA NUEVA ALEMANIA

Interesará a todo gremio y seguramente a la mayoría de las personas, en todos los países, el seguir de cerca este desarrollo realizado en Alemania. En labor metódica, va abarcando la Previsión de la vejez un oficio tras el otro y finalmente le llega también el turno a labrador, que en la nueva Alemania ha recobrado todos sus antiguos derechos, problema éste ante el cual no ha podido pasar de largo el Nacionalsocialismo. El retiro campesino, se ha dicho, es como costumbre tan viejo como la tierra misma y en la vida germana ha desempeñado siempre un papel especial, de conformidad con el aprecio que merecía el trabajo campesino.

Ya el romano Tácito informaba que para los germanos (en oposición a los romanos de entonces) sus viejos no representaban ninguna carga, pues en el thing y en la comunidad de alimentación de la economía de la granja les era transferida mas bien una misión importante. Eran considerados como dignos portadores de la tradición y eran objeto de particular veneración. Cuando mayor el círculo de la familia, así comprobó Tácito, tanto mas amable era para ellos la vejez. En esta comprobación podemos ver el origen racial de toda asistencia social alemana a la vejez. Mas tarde la llamada relación del campesino anciano retirado, que cedía en vida su propiedad a sus herederos y vivía alternativamente en las casas de sus herederos más próximos, llegó a ser patrimonio general nórdico-germánico y se encontraba tanto en Escandinavia como en Alemania. Durante siglos se realizaron sin cesar esfuerzos para asegurar al campesino una vida conveniente en la vejez, sin amenaza para la economía de la propiedad. Cuando luego se promulgó en Alemania la Ley del Reich sobre le Patrimonio Familiar, que fija las condiciones para la dirección y la herencia de una propiedad rústica de mediana importancia, se creyó poder prescindir de una reglamentación especial del retiro campesino, porque, según la costumbre alemana, se consideraba natural que el beneficiario del retiro campesino pueda exigir en la finca el alojamiento correspondiente a sus condiciones. El que estudia administración de justicia de los tribunales de herederos principales, en Alemania, puede comprobar que el contrato de transferencia a los herederos de la finca tiene pocas perspectivas de ser autorizado, si no está bien definida la cuestión del retiro campesino. Esta garantía de la previsión de la vejez del campesino por una institución oficial imparcial, es considerada en la literatura especial (no solamente en la alemana) como una de las más grandes hazañas de la política campesina nacionalsocialista.

LOS DEBERES DEL JEFE

Estas consideraciones sobre la previsión de la vejez, muy ramificada, pero reformada desde un punto de vista unitario, quedarían incompletas si no incluyéramos en ellas los esfuerzos realizados para alcanzar una asistencia suplementaria a la vejez. Se trata principalmente de la idea del seguro de personal, propagada por el Frente Alemán del Trabajo como organización de todos los alemanes que trabajan.
Ya en la Ley sobre el orden del trabajo nacional fue proclamada la frase fundamental característica del socialismo alemán: El jefe de la empresa ha de cuidar del bien del personal. Éste le ha de guardar fidelidad. Como uno de los deberes del jefe, está reconocido hoy en Alemania el cuidado por la vejez de aquellos trabajadores que han trabajado la mayor parte de su vida en la casa. Esto está de acuerdo con el antiquísimo precepto moral alemán: ¡Lealtad por lealtad!

Al que no conoce la actitud psicológica fundamental del alemán, le puede sorprender que los tribunales alemanes den importancia capital y carácter obligatorio a este principio, al proclamar que el trabajo de muchos años de un miembro del personal a beneficio de la casa sigue teniendo efecto después de la salida de éste de la misma, de modo que este miembro tiene derecho a seguir recibiendo su parte en los beneficios. Esta parte le puede ser asegurada por un seguro suplementario que le garantice en la vejez un suplemento corriente a su renta social como derecho legal. Sería interesante exponer otros pormenores sobre estas posibilidades, pero bastará la comprobación de que los patronos organizados en el Grupo del Reich denominado Industria se han adherido voluntariamente a estos principios. Al estudiar los informes comerciales de las grandes empresas, se puede hacer, en este sentido, mas de una comprobación interesante. Por ejemplo, en el informe de una sola empresa metalúrgica se verifica que en cinco años han sido gastados voluntariamente nada menos que 40 millones de marcos en obras sociales a favor de su personal.
EL OBJETIVO PRINCIPAL: SOLUCIÓN TOTAL

Paso a paso se ha producido el desarrollo aquí descrito, siempre con la mirada puesta en el objetivo principal. En esto está precisamente todo el secreto de los contundentes éxitos del Nacionalsocialismo en todos los dominios de la vida, en que la dirección ataca a un problema por sus diferentes partes, pero sin conformarse jamás con una solución parcial o con un compromiso, realizando mas bien, al igual que el artista su obra, la solución total con las soluciones en particular.
Por consiguiente, el desenvolvimiento de la Previsión de la Vejez del pueblo alemán no ha llegado todavía a su objetivo, que ha de traer el arqueo y con él la perfección.

Pero está muy cerca de él. Se recordará que el Führer y Canciller del Reich encargó al Jefe del Frente alemán del Trabajo, el Dr. Ley, el 15 de febrero de 1940, de estudiar las condiciones y bases de la Previsión de la Vejez, con la colaboración de las organizaciones competentes del Partido y del Estado, y de presentar los proyectos correspondientes sin pérdida de tiempo. De esta manera se acerca a su solución total el punto 15 del Programa del Partido y, como dijo el Dr. Ley al dar a conocer su encargo que se le había confiado, será satisfecho el anhelo del trabajador alemán.

No existe seguramente ningún ejemplo en la historia universal, de que en medio de una gran guerra de los pueblos de Europa por la existencia y el porvenir, el Jefe de Estado del pueblo que se encuentra en el centro de esta gigantesca lucha, designe como monumento una gran obra social que tiene por objeto la vejez segura de todos los miembros del pueblo que trabaja y combate, para que recuerde por todos los tiempos a nuestro pueblo la lucha común del frente y de la patria por la libertad y la independencia del Gran Reich Alemán.

Seguramente ningún Gobierno habrá procedido nunca con mas seriedad y sinceridad en la ejecución de uno de los puntos de su programa. Si es cierto lo que dicen los historiadores, que el nivel cultural se ha de medir por el trato que da un pueblo a sus ancianos, el pueblo de la Gran Alemania, unido con su nuevo Reich, puede esperar tranquilo el juicio de la historia sobre sus motivos morales y sus obras efectivas en este dominio.

Observadores extranjeros que estudian el alma alemana y buscan la fuente que alimenta sin cesar a las productivas energías alemanas, han podido comprobar que el pueblo alemán se siente, como es lógico, orgulloso de ellas, pero que siempre tiene para él el mayor valor, el amor al hombre y a la colectividad dada por la naturaleza. Por eso la Previsión Nacionalsocialista (NSV) es la expresión más sublime de este sentimiento y después de haber conseguido la solución legal total del problema social seguirá siendo tan indispensable como hasta ahora, como la manifestación viva de la ayuda directa e inmediata en la necesidad repentina y en la vejez, que no puede proporcionar la mejor ley, y que solo el hombre puede dar. La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos.
Louis Dumur (1863-1933) Escritor suizo.

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